domingo, 19 de septiembre de 2010

Historias para contar I: Entre fango y agua

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Cada vez que yo tengo que salir a explorar, buscar, cazar, investigar o reflexionar, me encuentro con un nuevo desafió (o mejor dicho mala suerte/torpeza).
Esto ocurre con frecuencia y por eso, he abierto este espacio para contar historias de caídas (ect).
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Esta vez, contare cuando estaba yo con mi mejor amiga en el lago, a la caza (o pesca) de unas verdes ranas que moran por ese profundo cristal que forma un hábitat perfecto para estos anfibios. Enfundadas con las cañas y una botella vacía, caminamos de lado a lado del lago. Sigilosamente y con mucha paciencia, teníamos los sentidos alertas (En estas ocasiones me siento como Katniss).
Lo que ocurrió es que, mi mejor amiga (llamemos la Al) tuvo la torpeza de dejar caer su caña, que cayó cerca de un trocito de tierra a la orilla. Yo, macho-woman decidí que lo mejor era que yo saltar a ese trocito de tierra como si fuese el suelo más robusto del mundo. Pero no, nada más caer, sentí mi cuerpo sumergirse hasta la cadera de el, ya la conocida humedad del fango o también llamado barro puro y duro.
Al verme en esa situación lo único que pensé es en reír mientras que Al corría corriendo a auxiliar me. Me tiro hacia arriba y pude salir a duras penas, mientras que Al, llamaba como loca a mamá, aunque reconozco que se río un poco bastante.
Tristemente, me deje en el fondo a mis zapatillas y grite considerablemente:
- ¡Yo no me voy sin mis zapatillas!
Reconozco, que aquí hice un poco el ridículo, ya que mientras que Al me sujetaba de las piernas, mientras yo metía mis brazos por los agujeros creado por mi piernas al caer. Conseguí sacar mis zapatos pero la vergüenza pasada mientras que unos amables señores nos ayudaba, no fue hasta que todo el mundo me vio llena de fango hasta la cintura, andando sin zapatos por el camino de vuelta a casa.

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