jueves, 24 de junio de 2010

Verano

Ya ha llegado (oficialmente) el verano y con ello los helados de mango (mmm...)
El verano me recuerda a muchas cosas, cosas como estar jugando hasta bien tarde con los Sims 2, mirar a la luna melancolicamente y odiar a los deberes de verano de matematicas.
Tambien con ello vienen los vestidos de tirantes que te llegan a la rodilla y hacen el sonido del fru fru.
Por eso, no voy ha estar tan presente que en estos 2 últimos meses que he estado escribiendo en este blog. Tengo que irme a mi amado campo seco de Burgos con mi padre y la verdad que en esa casa tan antigua en un pueblo que viven 10 almas, no voy ha encontrar mucha cobertura. Pero cuando pueda pondre algunos mensajes.
Por eso os dejo un poquitín más de amapola roja:

Amapola Roja - Capitulo 1 (Parte 2)

Andaba yo por un laberinto de altos arboles que tapaban la luz solar y bajo mis pies había una capa de hojas marrones y amarillas que con la ligera brisa bailaban a mi alrededor.
Lentamente, la brisa se convirtió en un viento que hacía que las hojas bailaran con más júbilo.
M reía mientras danzaba con millones de hojas a mí alrededor, de repente se oyó un sonido parecido al de un cuervo y un grito con mi nombre. Pero aunque yo intentara ver que había a mí alrededor las hojas me impedían verlo. El juego que antes me había entusiasmado, ahora me estaba ahogando, las hojas me golpeaban furiosamente la cara haciéndome sangrar con los cortes.

Estaba despierta, la luz solar entraba por la ventana e iluminaban toda la habitación. Hacía calor dentro de la habitación auque no estaba segura si la que ardía era yo misma.
Era agradable despertarse sabiendo que no estaba en una pesadilla. Por la puerta entraba el olor a huevos fritos con beicon. Me relamí, era mi desayuno favorito.
Me puse la bata de algodon y salí de la habitación. La cocina parecía estar mucho más alegre que cualquier habitación, los vivos colores de las encimeras y de los muebles iluminaban toda la habitación. En el centro había una chica sentada en una silla de madera, leyendo un grueso libro.
- Buenos días, bella durmiente. ¿Al fin ha vendo tu príncipe azul y con un beso te ha despertado?
- Muy graciosa, Ronna - dije con una sonrisa -. No parece que sea tan tarde.
- Son más de las dos, ¿crees que eso no es tarde?
Me senté en frente de Ronna que seguía inmersa en el libro. Los huevos fritos sabían a rayos de lo fíos que estaban así que los deje a un lado y cogí una caja de cereales que había sobre la mesa.
- ¿Y Lilac?
- Me lo preguntas a mí? Ella nunca me cuenta a donde va, pero te aseguro que seguramente estará peseando por la ciudad.
- Vamos Ronna, no te enfades. Dejame que te cuente algo antes de que Lilac vuelva.
Lentamente, Ronna cerró el libro y me miró con sus oscuros ojos a la cara.
- ¿Más pesadillas, verdad?
- Si, y esta vez han sido peor.

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